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DICCIONARIO DEL DIABLOde Ambrose Bierce |
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Paciencia, s. Forma menor de la desesperaci�n, disfrazada de virtud. Pagano, s. Ser descarriado que incurre en la locura de adorar lo que puede ver y sentir. Palacio, s. Residencia bella y costosa, particularmente la de un gran funcionario. La residencia de un alto dignatario de la Iglesia se llama palacio; la del fundador de su religi�n se llamaba pajar o pesebre. El progreso existe. Palillos de incienso. Pajuelas que queman los chinos, en el ejercicio de sus payasadas paganas, imitando ciertos ritos sagrados de nuestra santa religi�n. Palma, s. Arbol. Una de sus variedades m�s difundidas y m�s asiduamente cultivadas es la "palma pruriginosa" (Palma hominis). Este noble vegetal exuda una especie de goma invisible, que puede detectarse aplicando a la corteza una moneda de oro o de plata. El metal se adhiere con notable tenacidad. Los frutos de la palma pruriginosa son tan amargos e insatisfactorios, que un porcentaje considerable suelen regalarse en forma de "beneficencia". Pandemonium, s. Literalmente, Lugar de Todos los Demonios. La mayor�a de ellos han ido a refugiarse en la pol�tica y las finanzas, y el lugar se usa ahora como sal�n de conferencias del Reformador Vocinglero. Cuando son perturbados por su voz, los antiguos ecos clamorean apropiadas respuestas que halagan mucho su orgullo. Paneg�rico, s. Elogio de una persona que tiene las ventajas del dinero o del poder; o que ha tenido la deferencia de morirse. Pantal�n, s. Prenda que cubre la parte inferior del adulto civilizado de sexo masculino. Es de forma tubular y no posee goznes en los puntos de flexi�n. Se supone que fue inventado por un humorista. Pante�smo, s. La doctrina de que todo es Dios, por oposici�n a la doctrina de que Dios es todo. Pantomima, s. Representaci�n teatral en que se narra una historia sin hacer violencia al lenguaje. Es la forma menos desagradable de acci�n dram�tica. Pa�uelo, s. Peque�o cuadrado de seda o de hilo, que se usa para varias funciones innobles alrededor de la cara, y resulta especialmente �til en los velatorios para resaltar la ausencia de l�grimas. El pa�uelo es de invenci�n reciente; nuestros antepasados, que no lo conoc�an, usaban la manga. Cuando shakespeare lo introduce en "Otelo", incurre en un anacronismo: Desd�mona se limpiaba la nariz con las faldas, mientras que el doctor Walker y otros reformadores de nuestros d�as lo hacen con los faldones de la levita --prueba de que las revoluciones a veces retroceden. Para�so, s. Lugar donde los malvados cesan de perturbarnos hablando de sus asuntos personales, y los buenos escuchan con atenci�n mientras exponemos los nuestros. Pasado, s. Peque�a fracci�n de la eternidad de la que tenemos un leve y lamentable conocimiento. Una l�nea m�vil llamada Presente lo separa de un per�odo imaginario llamado Futuro. Estas dos grandes porciones de la Eternidad una de las cuales borra continuamente a la otra, son eternamente distintas. Una est� oscurecida por la pena y el desenga�o, la otra iluminada por la prosperidad y la alegr�a. El Pasado es la regi�n de los sollozos, el Futuro, el reino del canto. En uno se acurruca la memoria, vestida con un sayal, la cabeza cubierta de ceniza, musitando plegarias penitenciales; en la luz solar del otro vuela la Esperanza llam�ndonos a los templos del �xito y los pabellones del placer. Sin embargo, el pasado es el Futuro de ayer, el Futuro es el Pasado de ma�ana. Son una misma cosa: el conocimiento y el sue�o. Pasaporte, s. Documento que se inflige traidoramente a un ciudadano que sale de su pa�s, denunci�ndolo como extranjero y exponi�ndolo al ultraje y la reprobaci�n. Pasatiempo, s. Artificio para la representaci�n de "misterios" en que el principal actor es trasladado al cielo. En los Estados Unidos, el pat�bulo es notable por la cantidad de personas que escapan a �l. Patriota, s. El que considera superiores los intereses de la parte a los intereses del todo. Juguete de pol�ticos e instrumento de conquistadores. Patriotismo, s. Basura combustible dispuesta a arder para iluminar el nombre de cualquier ambicioso. En el famoso diccionario del doctor Johnson, el patriotismo se define como el �ltimo recurso de un pillo. Con el respeto debido a un lexic�grafo ilustre, aunque inferior, sostengo que es el primero. Pavo, s. Ave de gran tama�o cuya carne, al ser comida en ciertos aniversarios religiosos, tiene la singular propiedad de testimoniar devoci�n y gratitud. Paz, s. En pol�tica internacional, �poca de enga�o entre dos �pocas de lucha. Peat�n, s. Para un autom�vil, parte movediza (y audible) del camino. Pedigr�, s. Parte conocida del camino que conduce de un antepasado arb�reo con una vejiga natatoria, a un descendiente urbano con un cigarrillo. Peligro, s. Bestia salvaje que el hombre desprecia cuando est� dormida, y de la que huye cuando despierta. Pena capital, s. Castigo de cuya justicia y eficacia dudan muchas personas dignas, inclusive los asesinos. P�rdida, s. Privaci�n de lo que ten�amos, o de lo que no ten�amos. As�, se dice de un candidato derrotado que "perdi� la elecci�n"; o del eminente poeta Gilder que "perdi� la chaveta". Peregrino, s. Viajero a quien se toma en serio. Padre Peregrino: aqu�l que abandon� Europa en 1620 porque no lo dejaban cantar salmos con la nariz, y viaj� en pos de ese �rgano hasta massachussetts, donde pudo personificar a Dios seg�n los dictados de su conciencia. Pereza, s. Injustificada dignidad de modales en una persona de baja categor�a. Perfecci�n, s. Estado o cualidad imaginarios que se distinguen de lo real por un elemento llamado excelencia. Atributo de los cr�ticos. El director de una revista inglesa recibi� una carta que criticaba sus opiniones y su estilo, firmada "Perfecci�n". R�pidamente garabatea al pie: "No estoy de acuerdo con usted" y se la remiti� a Matthew Arnold.[escritor ingl�s (1822-1888) defini� la cultura como la busca de la perfecci�n] Peripat�tico, adj. Que camina de aqu� para all�. Relativo a la filosof�a de Arist�teles quien, al exponerla, caminaba de un lado a otro, para eludir las objeciones de sus disc�pulos. Precauci�n innecesaria, ya que ellos ignoraban el tema tanto como �l. Perogrullada, s. Elemento fundamental y gloria insigne de la literatura popular. Un pensamiento que ronca en palabras que humean. Sabidur�a de un mill�n de necios en boca de un tonto. Sentimiento f�sil en roca artificial. Moraleja sin f�bula. Todo lo que es mortal de una verdad fenecida. Pocillo de moralina y leche. Rabadilla de un pavo real desplumado. Medusa que se marchita al borde del mar del pensamiento.Cacareo que sobrevive al huevo. Epigrama desecado. Perorata, s. Explosi�n de un cohete oratorio. Encandila, mas para un observador de nariz apropiada, su rasgo distintivo es el olor de las distintas clases de p�lvora con que ha sido preparada. Perro, s. Especie de Divinidad adicional o suplementaria, destinada a recibir el excedente del fervor religioso del mundo. Este Ser Divino, en algunas de sus encarnaciones m�s peque�as y sedosas, ocupa en el coraz�n de la Mujer el lugar a que ning�n hombre aspira. El Perro es una supervivencia, un anacronismo. No trabaja, ni hila, pero Salom�n en toda su gloria jam�s yaci� todo el d�a en una estera, engordando al sol, mientras su amo trabajaba para poder comprar un ocioso meneo de la cola salom�nica y una mirada de tolerante reconocimiento Perseverancia, s. Virtud interior que permite al mediocre alcanzar un �xito sin gloria. Pesimismo, s. Filosof�a impuesta al observador por el desalentador predominio del optimista, con su esperanza de espantap�jaros y su abominable sonrisa. Piano, s. Utensilio de sal�n para domar al visitante impenitente. Se hace funcionar deprimiendo las teclas y el esp�ritu de los oyentes. Picota, s. Artificio mec�nico para infligir distinci�n personal, prototipo del moderno peri�dico dirigido por personas de austera virtud y vida intachable. Piel roja, s. Indio norteamericano cuya piel no es roja, al menos por afuera. Pillo, s. Tonto considerado bajo otro aspecto. Hombre cuyas cualidades, preparadas para la exhibici�n como una caja de fresas en un mercado --las mejores arriba-- han sido abiertas del lado que no corresponde. Un caballero al rev�s. Pintura, s. Arte de proteger de la intemperie superficies planas, y de exponerlas a los cr�ticos. Pirater�a, s. Comercio sin los pa�ales de la fantas�a, tal como Dios lo hizo. Pirronismo, s. Antigua filosof�a, que toma el nombre de su inventor. Predicaba una absoluta incredulidad en todo, salvo el pirronismo. Esa �ltima incredulidad ha sido agregada por sus expositores modernos. Placer, s. La forma menos detestable del tedio. Plaga, s. En la antig�edad, castigo colectivo infligido a los inocentes para iluminar a sus gobernantes, como en el caso muy conocido de Fara�n el Inmune. Las plagas que nos azotan hoy no son felizmente otra cosa que la manifestaci�n casual de una naturaleza perversa, pero insensata. Plagiar, s. Asumir el pensamiento o el estilo de otro escritor, a quien uno jam�s ha le�do. Plagio, s. Coincidencia literaria entre una prioridad carente de m�rito y una posterioridad honorable. Planear, v t. Preocuparse por el mejor m�todo de conseguir un resultado casual. Plat�nico, adj. Relativo a la filosof�a de S�crates. Amor plat�nico es el nombre que dan los tontos al afecto entre una incapacidad y una helada. Plebeyo, s. Romano antiguo que en la sangre de su pa�s no manchaba nada m�s que las manos. A diferencia del patricio, que era una soluci�n saturada. Plebiscito, s. Votaci�n popular para establecer la voluntad del amo. Pleito, s. M�quina en la que se entra en forma de cerdo y se sale en forma de salchicha. Plenipotenciario, adj. Provisto de plenos poderes. Un ministro plenipotenciario es un diplom�tico a quien se otorga absoluta autoridad con la condici�n de que nunca la ejerza. Pleonasmo, s. Ej�rcito de palabras que escolta a un sargento de pensamiento. Plomo, s. Metal pesado, de color gris azulado, que se usa mucho para dar estabilidad a los amantes livianos, particularmente a los que aman mujeres ajenas. El plomo es tambi�n muy �til como contrapeso de un argumento tan s�lido que inclina la balanza de la discusi�n hacia el lado del adversario. Un hecho interesante en la qu�mica de la controversia internacional, es que en el punto de contacto de dos patriotismos, el plomo se precipita en grandes cantidades. Pluma, s. Implemento de tortura producido por un ganso, y generalmente usado por un asno. La pluma de acero es usada por el mismo eterno Personaje. Pobreza, s. Lima para que claven los dientes las ratas de la reforma. El n�mero de planes para abolirla iguala al de reformadores que la padecen m�s el de fil�sofos que la ignoran. Sus v�ctimas se distinguen por la posesi�n de todas las virtudes, y por su fe en l�deres que quieren conducirlas a una prosperidad donde creen que esas virtudes son desconocidas. Polic�a, s. Fuerza armada destinada a asegurar la protecci�n al expolio. Poligamia, s. Capilla de expiaci�n provista de varios reclinatorios penitenciales, a diferencia de la monogamia, que s�lo tiene uno. Pol�tica, s. Conflicto de intereses disfrazados de lucha de principios. Manejo de los intereses p�blicos en provecho privado. Pol�tico, s. Anguila en el fango primigenio sobre el que se erige la superestructura de la sociedad organizada. Cuando agita la cola, suele confundirse y creer que tiembla el edificio. Comparado con el estadista, padece la desventaja de estar vivo. P�lvora, s. Medio que emplean las naciones civilizadas para arreglar disputas que podr�an volverse molestas si no se las resolviera. La mayor�a de los autores atribuyen la invenci�n de la p�lvora a los chinos, aunque sin pruebas convincentes. Milton dice que fue inventada por el diablo para dispersar a los �ngeles, y esta opini�n parece sustentada por la escasez de �ngeles. Adem�s, cuenta con la entusiasta aprobaci�n del Honorable James Wilson, secretario de Agricultura. El secretario Wilson se interes� en la p�lvora a ra�z de un incidente que ocurri� en la granja experimental del gobierno en el distrito de Columbia. Un dia, hace varios a�os, un miserable que no ten�a el menor respeto por las grandes dotes personales del secretario, le regal� un saquito de p�lvora, dici�ndole que eran semillas de "Stridosus Instantaneus", cereal patag�nico de gran valor comercial y admirablemente adaptado a ese clima, y aconsej�ndole sembrarlo a lo largo de un surco. El buen secretario puso manos a la obra, y ya hab�a trazado un continuo reguero a lo largo de un campo de diez acres, cuando le hizo volver la cabeza un grito del generoso donante que, acto seguido, dej� caer una cerilla sobre el extremo del reguero. El contacto con la tierra hab�a humedecido algo la p�lvora, pero aun as� el asombrado funcionario se vio perseguido por una alta columna de fuego y humo que avanzaba ferozmente. Se qued� un momento paralizado y mudo, pero en seguida record� una cita previa y, dejando todo, se ausent� con celeridad tan sorprendente que quienes lo vieron lo tomaron por un rayo que atravesaba siete aldeas, neg�ndose a detenerse bajo ning�n pretexto. --Santo Dios, �qu� es eso? --exclam� el ayudante de un agrimensor, haciendo visera con una mano y contemplando aquel b�lido agr�cola que bisecaba el horizonte visible. --Eso --dijo el agrimensor observando despreocupadamente el fen�meno y volviendo a centrar la atenci�n en su teodolito-- es el meridiano de Washington. Populista, s. Patriota f�sil del primitivo per�odo agr�cola, que suele encontrarse en los antiguos yacimientos de piedra jab�n rojiza, en el estado de Kansas; caracterizado por una envergadura poco com�n de las orejas que, seg�n algunos naturalistas, le permit�an volar, aunque los profesores Morse y Whitney observan ingeniosamente que, en ese caso, habr�a ido a otra parte. En el pintoresco idioma de la �poca, del que nos han llegado algunos fragmentos, era conocido como "el problema de Kansas. (El populismo de origen campesino tuvo cierta fuerza en Kansas a fines del siglo pasado.) Port�til, adj. Expuesto a propiedad mutable merced a vicisitudes de la posesi�n. Portugueses, s. Especie de gansos nativos de Portugal. Pr�cticamente carecen de plumas y no son muy comestibles, aun aderezados con ajo. Poseso, adj. Trastornado por un esp�ritu maligno, como los cerdos de Gadarene y otros cr�ticos. La posesi�n demon�aca era anta�o m�s frecuente que ahora. Arasthus nos habla de un campesino que era ocupado por un demonio diferente cada d�a de la semana, y el domingo por dos. Se los ve�a a menudo, siempre caminando a su sombra, pero finalmente fueron expulsados por el notario de la aldea, que era un santo var�n; cierto es que con ellos desapareci� tambi�n el campesino, pues se lo llevaron. Un demonio expulsado de una mujer por el Arzobispo de Rheims corri� por las calles, perseguido por un centenar de personas hasta llegar a campo abierto donde dio un brinco m�s alto que el campanario de una iglesia y escap� convertido en p�jaro. Un capell�n del ej�rcito de cromwell exorcis� a un soldado arroj�ndolo al agua, donde su demonio sali� a la superficie. No ocurri� lo mismo, infortunadamente, con el soldado. Positivismo, s. Filosof�a que niega nuestro conocimiento de lo Real y afirma nuestra ignorancia de lo Aparente. Su exponente m�s largo es Comte; el m�s ancho, Mill, y el m�s espeso, Spencer. Posteridad, s. Tribunal de apelaciones que anula el juicio de los contempor�neos de un autor popular, a iniciativa del m�s oscuro de sus competidores. Potable, s. Apto para beber. Se dice que el agua es potable, y algunos llegan a declararla nuestra bebida natural, aunque s�lo la encuentren agradable cuando padecen de esa dolencia recurrente llamada sed que se cura con el agua. En todas las �pocas y pa�ses (salvo los menos civilizados) el hombre ha desplegado el m�ximo de ingenio en la invenci�n de sustitutos del agua. Sostener que esta aversi�n general por ella no se basa en el instinto de conservaci�n de la raza, es ser poco cient�fico, y sin la ciencia somos como las culebras y los sapos. Potro (de tormento).Implemento argumentativo muy usado anta�o para inducir a los devotos de un credo falso a que abrazaran la fe viviente. El potro nunca tuvo mucha eficacia como se�uelo de infieles y actualmente ha ca�do en el desprestigio popular. Pread�nico, s. Miembro de una raza experimental y aparentemente insatisfactoria que precedi� a la Creaci�n y vivi� en condiciones dif�ciles de concebir. Melsius cree que habitaban el "Vac�o" y que estuvieron a mitad de camino entre los peces y las aves. Poco se sabe de ellos salvo que proveyeron a Ca�n de una esposa y a los te�logos de una controversia. Precedente, s. En jurisprudencia decisi�n, regla o pr�ctica previas que en ausencia de una ley definida cobran el vigor y la autoridad que al juez se le ocurra darles, cosa que simplifica grandemente su tarea de hacer lo que le plazca. Como hay precedentes para todo le bastar� ignorar los que contrar�an su inter�s y acentuar los que favorecen su deseo. La invenci�n del precedente eleva el proceso del nivel inferior de una ordal�a fortuita a la noble condici�n de un arbitraje caprichoso. Precio, s. Valor m�s una suma razonable por el desgaste que sufre la conciencia al exigirlo. Precipitaci�n, s. Prisa de los torpes. Predestinaci�n, s. Doctrina de que todo ocurre seg�n un programa. No debe confundirse con la doctrina de la predeterminaci�n que dice que todas las cosas est�n programadas pero no afirma que ocurran, pues eso est� apenas implicado en otras doctrinas de las que �sta deriva. La diferencia es lo bastante grande como para haber inundado a la cristiandad de tinta y no hablemos de sangre. Si uno distingue perfectamente entre ambas doctrinas y cree con fervor en las dos puede llegar a salvarse, salvo que ocurra lo contrario. Predeterminaci�n, s. Esta palabra parece f�cil de definir, pero cuando pienso que piadosos y eruditos te�logos se han pasado largas vidas explic�ndola y han escrito bibliotecas enteras para explicar sus explicaciones; cuando recuerdo que la diferencia entre predeterminaci�n y predestinaci�n dividi� a las naciones y origin� sangrientas batallas; que se han gastado caudales millonarios para probar y refutar su compatibilidad con el libre albedr�o y con la eficacia de la oraci�n y de la vida religiosa; cuando contemplo esos hechos atroces en la historia del mundo, me quedo abrumado ante el formidable problema de esta definici�n, bajo los ojos espirituales temiendo contemplar su portentosa magnitud, me descubro reverentemente, y con toda humildad remito al lector a Su Eminencia el Cardenal Gibbons y su ilustr�sima el obispo Potter. Predilecci�n, s. Etapa preparatoria del desenga�o. Preexistencia, s. Factor no tenido en cuenta en la creaci�n. Preferencia, s. Sentimiento o estado de �nimo inducido por la creencia err�nea de que una cosa es mejor que otra. Un fil�sofo antiguo estaba convencido de que la vida no es mejor que la muerte. Un disc�pulo le pregunt� por qu�, entonces, no se suicidaba. --Porque la muerte no es mejor que la vida --respondi� el fil�sofo-- Pero es m�s larga. Prehist�rico, adj. Perteneciente a un per�odo primitivo y a un museo. Anterior al arte y pr�ctica de perpetuar falsedades. Prejuicio, s. Opini�n vagabunda sin medios visibles de sost�n. Prelado, s. Dignatario eclesi�stico dotado de un grado superior de santidad y de un gordo estipendio. Miembro de la aristocracia celestial. Caballero de Dios. Prerrogativa, s. Derecho de un soberano a obrar mal. Presagio, s. Se�al de que algo ocurrir� si no ocurre nada. Presbiteriano, s. Alguien convencido de que todas las autoridades de la Iglesia deber�an llamarse presb�teros. Presentable, s. Abominablemente ataviado seg�n la moda del lugar y la �poca. En Boorioboola Gha un hombre est� presentable en ocasiones de gala si lleva el abdomen pintado de azul brillante y usa una cola de vaca; en Nueva York puede, si lo desea, prescindir de la pintura, pero al caer la noche debe llevar dos colas hechas de lana de oveja y te�idas de negro. Presentaci�n, s. Ceremonia social inventada por el demonio para gratificar a sus siervos y atormentar a sus enemigos. La presentaci�n alcanza su desarrollo m�s perverso en los Estados Unidos y, de hecho, guarda estrecha relaci�n con nuestro sistema pol�tico. Puesto que cualquier norteamericano es igual a otro norteamericano, se deduce que cualquiera tiene el derecho de conocer a cualquiera, lo que implica el derecho a ser presentado sin previa solicitud ni permiso. La Declaraci�n de Independencia deber�a estar redactada as�: "Sostenemos que estas verdades son evidentes de por s�: que todos los hombres son creados iguales; que el creador lo ha dotado de ciertos derechos inalienables; que entre ellos se cuenta la vida, y el derecho a arruinar la vida de otro rode�ndolo de incalculables conocidos; la libertad, y en particular la libertad de presentar unas personas a otras sin averiguar si no se conocen ya como enemigos; y la persecuci�n de la felicidad del pr�jimo mediante una jaur�a de desconocidos". Presente, s. Parte de la eternidad que separa el dominio del desenga�o del reino de la esperanza. Presidente, s. Cerdo engrasado en los juegos al aire libre de la pol�tica norteamericana. Presidente, s. Figura dominante en un grupito de hombres que son los �nicos de los que se sabe con certeza que la inmensa mayor�a de sus compatriotas no deseaban que llegaran a la presidencia. Prevaricador, s. Mentiroso en estado de cris�lida. Primado, s. Cabeza de una Iglesia, especialmente de una Iglesia estatal, sostenida por contribuciones involuntarias. El primado de Inglaterra es el Arzobispo de Canterbury, amable y anciano caballero que en vida ocupa el Palacio de Lambeth, y en muerte la Abad�a de Westminster. Generalmente est� muerto. Prisi�n, s. Lugar de castigos y recompensas. El poeta nos asegura que: "No los muros de piedra hacen prisiones", pero una combinaci�n del muro de piedra, el par�sito pol�tico y el profesor de moral no es el jard�n de las delicias. Privativo, adj. En lenguaje forense d�cese de la propiedad individual de tierras, por oposici�n al condominio. Algunas tribus de indios son ya bastante civilizadas para tener en dominio privativo las tierras que antes pose�an como organizaciones tribales y que no pod�an vender a los blancos por abalorios y whisky de patatas. Proboscis, s. Organo rudimentario que usa un elefante en lugar del tenedor y el cuchillo que la Evoluci�n sigue neg�ndole. Con fines humor�sticos se le llama popularmente trompa. Procaz, adj. D�cese del lenguaje que usan otros para criticarnos. Proceso, s. Investigaci�n formal destinada a probar y consignar por escrito el car�cter intachable de jueces, abogados y jurados. Para conseguir esto, es necesario proveer un contraste en la persona de alguien a quien se llama defendido, prisionero o acusado. Si el contraste queda establecido con suficiente claridad, esa persona es sometida a un castigo suficiente para dar a los virtuosos caballeros el reconfortante sentimiento de su inmunidad, agregado al de su m�rito. En nuestros d�as, el acusado es generalmente un ser humano, o un socialista, pero en el Medioevo fueron procesados animales, peces, reptiles e insectos. Una bestia que hubiera causado la muerte de un hombre, o practicado la brujer�a, era debidamente arrestada y procesada, y si resultaba culpable, ejecutada por el verdugo p�blico. Los insectos que devastaban sembrados, huertas o vi�edos, eran citados ante un tribunal civil, para declarar por s� o por medio de un abogado, y pronunciados el testimonio, el argumento y la condena, si segu�an "in contumaciam", se llevaba el caso a un alto tribunal eclesi�stico, que los excomulgaba y anatematizaba. En una calle de Toledo se arrest�, juzg� y conden� a unos cerdos que perversamente pasaron corriendo entre las piernas del virrey, caus�ndole gran sobresalto. En N�poles se conden� a un asno a morir en la hoguera, aunque al parecer la sentencia no fue ejecutada. D'Addosio ha extra�do de los anales judiciales numerosos procesos contra cerdos, toros, caballos, gallos, perros, cabras, etc., que seg�n se cree contribuyeron grandemente a mejorar la conducta y la moral de esos bichos. En 1451 se inici� causa criminal contra las sanguijuelas que infestaban ciertos estanques de Berna, y el obispo de Lausana, aconsejado por la facultad de la Universidad de Heidelberg, orden� que algunos de esos "gusanos acu�ticos" comparecieran ante la magistratura local. As� se hizo, y se intim� a las sanguijuelas, presentes y ausentes, que en plazo de tres d�as abandonaran los sitios que hab�an infestado, so pena de "incurrir en la maldici�n de Dios". Los voluminosos expedientes de esta causa c�lebre no dicen si las inculpadas arrostraron ese castigo o si se marcharon en el acto de esa inh�spita jurisdicci�n. Profec�a, s. Arte y pr�ctica de vender nuestra credibilidad con entrega diferida. Pr�jimo, s. Aqu�l a quien no est� ordenado amar como a nosotros mismos, pero que hace todo lo posible para que desobedezcamos. Propiedad, s. Cualquier cosa material, sin valor particular, que pueda ser defendida por A contra la avidez de B. Todo lo que satisface la fiebre de posesi�n en unos y la defrauda en los dem�s. Objeto de la breve rapacidad del hombre, y de su larga indiferencia. Providencial, adj. D�cese de lo que es notoria e inesperadamente beneficioso para quien lo describe. Pr�rroga, s. Suspensi�n de hostilidades contra un asesino sentenciado, para que el Ejecutivo averig�e si el crimen no fue cometido por el fiscal. Cualquier ruptura en la continuidad de una expectativa desagradable. Proyectil, s. Ultimo �rbitro de las disputas internacionales. Antes esas disputas se resolv�an mediante el contacto f�sico de los contendores, con los sencillos argumentos que pod�a suministrar la rudimentaria l�gica de los tiempos: la espada, la lanza, etc. Con el aumento de la prudencia en los asuntos militares, el proyectil se impuso cada vez m�s, y ahora es estimad�simo por los m�s valientes. Su defecto capital es que exige atenci�n personal en el punto de propulsi�n. Prueba, s. Evidencia que tiene un matiz m�s de plausibilidad que de inverosimilitud. Testimonio de dos testigos cre�bles, opuesto al de uno solo. Publicar, v. i. En asuntos literarios, situarse en la base de un cono de cr�ticos. Puerco, s. Animal (Porcus Omn�vorus) estrechamente emparentado con la raza humana por el esplendor y vivacidad de su apetito, que, sin embargo, es menos amplio, pues retrocede frente al cerdo. Puerto, s. Lugar donde los barcos que escapan a la ira de las tormentas quedan expuestos a la furia de los aduaneros. |
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