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DICCIONARIO DEL DIABLOde Ambrose Bierce |
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H�beas corpus, s. Recurso judicial que permite sacar a un hombre de la c�rcel cuando lo han encerrado por el delito que no cometi�, y no por los que realmente cometi�. H�bitos sacerdotales, s. p. l. Traje abigarrado que usan los payasos de la Corte Celestial. Hablar, v. i. Ser indiscreto sin ser tentado, a partir de un impulso sin prop�sito. Hada, s. Ser de formas diversas y variados dones que habitaba antiguamente los prados y los bosques. Ten�a h�bitos nocturnos y era afecta a la danza y al robo de ni�os. Los naturalistas sostienen que las hadas se han extinguido en la actualidad, aunque un cl�rigo anglicano vio tres en las proximidades de colchester, en 1855, al atravesar un parque despu�s de cenar con el due�o de un castillo. El espect�culo lo sobresalt� de tal modo, que s�lo pudo dar un relato incoherente. En 1807, una banda de hadas visit� un bosque, cerca de Aix, y se llev� a la hija de un campesino que hab�a entrado all� con un atado de ropas. Por la misma �poca desapareci� el hijo de un adinerado burgu�s, aunque m�s tarde regres�. Hab�a presenciado el rapto y perseguido a las hadas. Justinian Gaux, escritor del siglo XIV, asegura que el poder de transformaci�n de las hadas es tan grande que en cierta oportunidad observ� c�mo una de ellas se convert�a en dos ej�rcitos rivales que libraban una sangrienta batalla; al d�a siguiente, cuando el hada recuper� su forma original y se march�, quedaron sobre el terreno setecientos cad�veres que debieron enterrar los campesinos. No aclara si alguno de los heridos sobrevivi�. En tiempo de Enrique III de Inglaterra, se promulg� una ley que condenaba a muerte a quien "matare, hiriere o mutilare" un hada. Esa ley fue universalmente acatada. Hades, s. El mundo interior; residencia de los esp�ritus difuntos; lugar donde viven los muertos. Entre los antiguos, el Hades no era sin�nimo del Infierno, y algunos de los hombres m�s respetables de la antig�edad resid�an all� muy c�modamente. En rigor, los propios campos El�seos eran parte del Hades, aunque m�s tarde se trasladaron a Par�s. Cuando la versi�n jacobina del Nuevo Testamento estaba en proceso de evoluci�n, la mayor�a de los piadosos sabios ocupados en la obra, insistieron en traducir la palabra griega Aidns como "Infierno"; pero un concienzudo miembro de la minor�a se apoder� secretamente de las actas y tach� la objetable palabra donde quiera la encontr�. En la pr�xima reuni�n, el obispo de salisbury, revisando la obra, se par� de un salto y exclam�, muy excitado: "�Se�ores, alguien ha abolido el infierno!" A�os despues el prelado pudo morir en paz reflexionando que (con la ayuda de la Providencia) hab�a realizado un aporte �til e inmortal al ingl�s cotidiano. Halo, s. En sentido lato, anillo luminoso que rodea un cuerpo astron�mico; frecuentemente se lo confunde con la "aureola" o "nimbo", fen�meno bastante similar que usan a modo de tocado los santos y las divinidades. El halo es una ilusi�n puramente �ptica, producida, como el arcoiris, por la humedad del aire; mientras que la aureola es conferida como signo de extraordinaria santidad, del mismo modo que la mitra de un obispo o la tiara del papa. En el cuadro La Natividad de szedgkin, piadoso artista de Pesth, aparecen con el nimbo no s�lo la Virgen y el Ni�o, sino un asno que come heno del pesebre sagrado y que, dicho sea en su perdurable honor, parece sobrellevar la ins�lita distinci�n con toda la gracia de un santo. Harmonistas, s. Secta de protestantes, ahora extinguidos, que llegaron de europa a comienzos del siglo XVIII y se distinguieron por la ferocidad de sus controversias y disensiones internas. Hibernar, v. i. Pasar el invierno en reclusi�n dom�stica. Las creencias populares sobre la hibernaci�n de distintos animales son numerosas y raras. Muchos creen que el oso hiberna todo el invierno y subsiste lami�ndose mec�nicamente las zarpas. Se admite que en la primavera sale de su retiro, tan flaco, que tiene que probar dos veces antes de proyectar una sombra. Hace tres o cuatro siglos, en Inglaterra, se daba por sentado que las golondrinas pasan el invierno entre el lado del fondo de los arroyos, agrupadas en masas globulares. La suciedad de ese medio, al parecer, las ha hecho desistir de semejante costumbre. En Asia Central, Sotus Escobius descubri� toda una tribu que practica la hibernaci�n. Algunos investigadores creen que el ayuno de cuaresma fue originariamente una forma de hibernaci�n a la que la Iglesia dio significado religioso. H�brido, s. Diferencia conciliada. Hidra, s. Animal que en los antiguos cat�logos figura bajo muchos encabezamientos. Hiena, s. Bestia reverenciada por algunos pueblos orientales, gracias a su costumbre de saquear los cementerios. Lo mismo hacen los estudiantes de medicina. H�gado, s. �rgano rojo, de gran tama�o, que la naturaleza nos da previsoramente para permitirnos ser biliosos. Los sentimientos y emociones que asientan en el coraz�n --como sabe ahora todo anatomista literario-- infestaban el h�gado seg�n creencias m�s antiguas; e inclusive Gascoygne, hablando del costado emocional de la naturaleza humana, lo llama "nuestra parte hep�tica". En una �poca se le consider� la sede de la vida; de ah� su nombre (en ingles "liver", vividor). Para el ganso, el h�gado es un don del cielo; sin �l no podr�a suministrarnos el "pat� de foie". Hilo, s. Tela cuya fabricaci�n, cuando est� hecha de c��amo, acarrea un gran desperdicio de c��amo. Hipogrifo, s. Animal, ahora extinguido, que era mitad caballo y mitad grifo. El grifo en s� era un animal compuesto, mitad le�n y mitad �guila. El hipogrifo, pues, s�lo era un cuarto de �guila, o sea dos d�lares con cincuenta c�ntimos en oro. El estudio de la zoolog�a est� lleno de sorpresas. Hip�crita, s. El que profesando virtudes que no respeta se asegura la ventaja de parecer lo que desprecia. Historia, s. Relato casi siempre falso de hechos casi siempre nimios producidos por gobernantes casi siempre pillos o por militares casi siempre necios. Historiador, s. Chismoso de trocha ancha. Hogar, amargo hogar. Hombre, s. Animal tan sumergido en la ext�tica contemplaci�n de lo que cree ser, que olvida lo que indudablemente deber�a ser. Su principal ocupaci�n es el exterminio de otros animales y de su propia especie que, a pesar de eso, se multiplica con tanta rapidez que ha infestado todo el mundo habitable, adem�s del canad�. Home�pata, s. Humorista de la medicina. Homeopat�a, s. Escuela de medicina que est� a mitad de camino entre la alopat�a y la Ciencia Cristiana. Esta �ltima es muy superior a todas las otras, pues puede curar enfermedades imaginarias, cosa que resulta imposible a las dem�s. Homicidio, s. Muerte de un ser humano por otro ser humano. Hay cuatro clases de homicidio: fel�n, excusable, justificable y encomiable, aunque al muerto no le importa mucho si lo han incluido en una o en otra; la distinci�n es para uso de abogados. Honorable, adj. D�cese de lo que est� afligido por un impedimento en su capacidad general. En las c�maras legislativas se acostumbra dar el t�tulo de "honorable" a todos los miembros. V.g.: "El honorable diputado es un perro sarnoso". Hospitalidad, s. Virtud que nos induce a alojar y alimentar a personas que no necesitan alojamiento ni alimento. Hostilidad, s. Sentimiento exacerbado de la superpoblaci�n terrestre. Puede ser activa o pasiva. Es activa, por ejemplo, la hostilidad de una mujer hacia sus amigas; y pasiva, la que alberga hacia todas las dem�s mujeres. Hu�rfano, s. Persona a quien la muerte ha privado de la posibilidad de ingratitud filial, privaci�n que toca con singular elocuencia todas las cuerdas de la simpat�a humana. Cuando es joven, el hu�rfano es enviado a un asilo, donde cultivando cuidadosamente su rudimentario sentido de la ubicaci�n, se le ense�a a conservar su lugar. Luego se lo instruye en las artes de la dependencia y el servilismo y finalmente se lo suelta para que vaya a vengarse del mundo convertido en lustrabotas o en sirvienta. Humanidad, s. La raza humana, colectivamente, con exclusi�n de los poetas antropoides. Humildad, s. Paciencia inusitada para planear una venganza que valga la pena. Humillaci�n, s. Actitud mental decente y habitual en presencia del dinero o el poder. Peculiarmente apropiada en un empleado cuando se dirige a su patr�n. Humorista, s. Plaga que habr�a ablandado la g�lida rudeza de coraz�n del fara�n, incit�ndolo a liberar a los hijos de Israel y a mandarlos r�pidamente a su pa�s, con sus mejores deseos. Hurac�n, s. Manifestaci�n atmosf�rica antes muy com�n, pero que hoy es reemplazada generalmente por el tornado y el cicl�n. El hurac�n goza todav�a de preferencia popular en las Indias occidentales, y algunos marinos anticuados lo prefieren. Se usa tambi�n para construir la cubierta superior de los vapores, pero en t�rminos generales puede decirse que la utilidad del hurac�n ha sobrevivido al hurac�n mismo. Hur�, s. Atractiva se�ora que habita el para�so mahometano, alegrando las horas del buen musulm�n, cuya creencia en las hur�es es s�ntoma de un noble descontento con su esposa terrestre que, seg�n �l, no tiene alma. Se dice que las esposas no aprecian a las hur�es. |
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