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DICCIONARIO DEL DIABLOde Ambrose Bierce |
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Datario, s. Alto dignatario de la Iglesia Cat�lica Romana, que tiene la importante funci�n de estampar sobre las bulas papales las palabras "Datum Romae". Goza de un sueldo principesco y de la amistad de Dios. Deber, s. Lo que nos impulsa inflexiblemente en la direcci�n del lucro, por la v�a del deseo. Deber, v. t. Tener (y conservar) una deuda. Antiguamente la palabra no significaba deuda sino posesi�n; en la mente de muchos deudores existe todav�a una gran confusi�n entre ambas cosas. (En ingl�s "to owe" (deber, adeudar) y "to own" (poseer) se pronuncian de modo parecido). Debilidad, s. Facultad innata de la mujer tir�nica que le permite dominar al macho de la especie, sujet�ndolo a su voluntad y paralizando sus energ�as rebeldes. Dec�logo, s. Serie de diez mandamientos: n�mero suficiente para permitir una selecci�n inteligente de los que se quiere observar. Decidir, v. t. Sucumbir a la preponderancia de un grupo de influencias sobre otro grupo de influencias. Defeccionar, v. i. Cambiar bruscamente de opini�n y pasarse a otro bando. La defecci�n m�s notable de que haya constancia es la de Saulo de Tarso, quien ha sido severamente criticado como tr�nsfuga por algunos de nuestros peri�dicos pol�ticos. Degenerado, adj. Menos admirable que sus antepasados. Los contempor�neos de Homero eran notables ejemplos de degeneraci�n; hac�an falta diez de ellos para alzar una roca o promover un mot�n que cualquier h�roe de la guerra troyana habr�a alzado o promovido con facilidad. Degradaci�n, s. Una de las etapas del progreso moral y social que lleva de la humilde condici�n privada al privilegio pol�tico. Dejeuner, s. El desayuno de un norteamericano que ha estado en Par�s. Hay varias pronunciaciones. Delegado, s. Pariente de un funcionario. El delegado es, por lo general, un bello joven con una corbata roja y un intrincado sistema de telara�as que bajan de su nariz a su escritorio. Cuando el ordenanza lo golpea accidentalmente con la escoba, despide una nube de polvo. Deliberaci�n, s. Acto de examinar el propio pan para saber de qu� lado tiene manteca. Dentista, s. Prestidigitador que nos pone una clase de metal en la boca y nos saca otra clase de metal del bolsillo. Dependiente, adj. D�cese del que conf�a en la generosidad de otro cuando no puede abusar de sus temores. Derecho, s. Autoridad leg�tima para ser, hacer o tener; verbigracia el tener derecho a ser rey, hacer trampas al pr�jimo o tener el sarampi�n. Desagravio, s. Reparaci�n sin satisfacci�n. Entre los anglosajones, el s�bdito que se cre�a ofendido por el rey, y demostraba la ofensa, pod�a azotar una imagen de bronce del ofensor con una vara que luego era aplicada a su espalda desnuda. Este rito era oficiado por el verdugo, lo que garantizaba que el ofendido eligiese una vara de tama�o razonable. Desgracia, s. Enfermedad que se contrae al exponerse a la prosperidad de un amigo. Desmemoria, s. Don que otorga Dios a los deudores, para compensarlos por su falta de conciencia. Desobedecer, s. Celebrar con una ceremonia apropiada la madurez de una orden. Desobediencia, s. Borde plateado de una nube de servidumbre. Desposada, s. Mujer que tiene a su espalda una brillante perspectiva de felicidad. Desprecio, s. Sentimiento que experimenta un hombre prudente ante un enemigo demasiado temible para hacerle frente sin peligro. Destino, s. Justificaci�n del crimen de un tirano; pretexto del fracaso de un imb�cil. Desvencijado, adj. Perteneciente a cierto orden arquitect�nico tambi�n llamado Americano Normal. La mayor�a de los edificios p�blicos de los Estados Unidos pertenecen al Orden Desvencijado. Los recientes agregados a la Casa Blanca de Washington pertenecen a Theod�rico orden eclesi�stica de los dorios... Son muy hermosos y cuestan un centenar de d�lares por ladrillo. Detener, v. t. Arrestar a alguien acusado de conducta ins�lita. "Dios hizo el mundo en seis d�as y se detuvo el s�ptimo" (Versi�n No autorizada de la Biblia) Devoci�n, s. Reverencia por el Ser Supremo basada en su presunta semejanza con el hombre. Deuda, s. Ingenioso sustituto de la cadena y el l�tigo del negrero. D�a, s. Per�odo de veinticuatro horas en su mayor parte desperdiciado. Se divide en el d�a propiamente dicho y la noche o d�a impropiamente dicho; el primero se consagra a los pecados financieros y la segunda a los otros pecados. Estas dos clases de actividad social se complementan. Diafragma, s. Tabique muscular que separa los trastornos del t�rax de los trastornos intestinales. Diagn�stico, s. Pron�stico de enfermedad que realiza el m�dico tomando el pulso y la bolsa del paciente. ( En ingl�s hay un juego de palabras: "the patient's pulse and purse") Diamante, s. Mineral que suele encontrarse debajo de un corset. Soluble en solicitato de oro. Diana, s. Se�al que se da a los soldados dormidos para que dejen de so�ar con campos de batalla, se levanten y pongan en fila las narices para ver si falta alguna. Diario �ntimo, s. Registro cotidiano de aquellos episodios de la vida que uno puede contarse a si mismo sin sonrojo. Diccionario, s. Perverso artificio literario que paraliza el crecimiento de una lengua adem�s de quitarle soltura y elasticidad. El presente diccionario, sin embargo, es una obra �til. Dictador, s. Mandatario de un pa�s que prefiere la pestilencia del despotismo a la plaga de la anarqu�a. Difamar, v. t. Atribuir maliciosamente a otro vicios que no hemos tenido la oportunidad ni la tentaci�n de practicar. Difamar, v. t. Decir mentiras sobre otro. Decir verdades sobre otro. Digesti�n, s. Conversi�n de vituallas en virtudes. Cuando el proceso es imperfecto, nacen vicios en lugar de virtudes. De esta circunstancia infiere maliciosamente el doctor Jeremiah Blenn que las damas son las que m�s sufren de dispepsia. Diluvio, s. El primero y m�s notable de los experimentos de bautismo, que lav� todos los pecados (y los pecadores) del mundo. Dinero, s. Bien que no nos sirve de nada hasta que nos separamos de �l. Indicio de cultura y pasaporte para una sociedad elegante. Posesi�n soportable. Diplomacia, s. Arte de mentir en nombre del pa�s. Discriminar, v. t. Se�alar los aspectos en que una persona o cosa es, si cabe, m�s criticable que en otros. Disculparse, v. i. Sentar las bases para una ofensa futura. Discusi�n, s. M�todo de confirmar a los dem�s en sus errores. Disimular, v. t. e i. Poner camisa limpia al car�cter. Distancia, s. �nico bien que los ricos permiten conservar a los pobres. Disuadir, v. t. Proponer a otro un error mucho m�s grande que el que est� por cometer. Diversi�n, s. Cualquier clase de entretenimiento cuyas incursiones se detienen, por simple tristeza, a corta distancia de la muerte. Dolor, s. Estado de �nimo ingrato, que puede tener una base f�sica, o ser puramente mental y causado por la felicidad ajena. Doncella, s. Joven del sexo desagradable, de conducta imprevisible y opiniones que incitan al crimen. El g�nero tiene una amplia distribuci�n geogr�fica: se encuentra a la doncella dondequiera se la busque, y se la deplora dondequiera se la encuentre. No es totalmente ingrata a la vista ni (prescindiendo de su piano y de sus ideas) insoportable al o�do, aunque en punto a belleza es netamente inferior al arco iris, y en lo que toca a su parte audible no admite comparaci�n con el canario, que por a�adidura es m�s port�til. Dos veces, adv. Una vez de m�s. Drag�n, s. Soldado que une el arrojo a la calma en proporciones tan iguales, que avanza a pie y huye a caballo. Dramaturgo, s. D�cese del que adapta obras del franc�s. Druidas, s. Sacerdotes de una antigua religi�n c�ltica, que no desde�aban la humilde ofrenda del sacrificio humano. En la actualidad se sabe muy poco de los druidas y de su fe. Plinio dice que su religi�n, originada en las Islas Brit�nicas, se extendi� hacia el este hasta Persia. C�sar afirma que los que deseaban estudiar sus misterios iban a Britania. El propio c�sar fue a Britania, pero no parece haber obtenido una posici�n muy elevada en la Iglesia Dru�dica, a pesar de su talento en materia de sacrificios humanos. Los druidas practicaban sus ritos en los bosques, y no sab�an nada de hipotecas eclesi�sticas, ni del sistema de abono pago a un reclinatorio del templo. Eran, en suma, paganos e inclusive, seg�n un distinguido prelado de la iglesia anglicana, disidentes. Duelo, s. Ceremonia solemne previa a la reconciliaci�n de dos enemigos. Para cumplirla satisfactoriamente, hace falta gran habilidad; si se practica con torpeza, pueden sobrevenir las m�s imprevistas y deplorables consecuencias. Hace mucho tiempo, un hombre perdi� la vida en un duelo. |
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